Experiencia movilidad Sandra Donair Lorca

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Experiencia movilidad Sandra Donair Lorca

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Sandra Donair Lorca

Grado en Trabajo Social

Facultad de Trabajo Social

Universidad de Granada/ Univerza V Ljubljani

Memoria de la experiencia ERASMUS - Sandra Donaire Lorca

En febrero de 2021, a un mes de que se cumpliera un año de la crisis sanitaria provocada por la Covid-19, yo decidí emprender un viaje que me cambiaría por completo. Mi estancia ERASMUS en Eslovenia duró desde mediados de febrero hasta finales de mayo de 2021. Sin embargo, esta no era la primera aventura en la que me embarcaba, puesto que en el curso 19/20 yo ya había realizado una estancia ERASMUS de un cuatrimestre en Dinamarca. Menciono este dato porque tuve la suerte de vivir una experiencia ERASMUS antes de la pandemia en la que aún nos encontramos y por tanto, creo que cuento con un punto de vista único con el que señalar aquellos aspectos en los que la Covid-19 impactó mi experiencia de movilidad.

A lo largo de esta memoria explicaré tanto las actividades realizadas en mi movilidad internacional, como su impacto a nivel académico, profesional y de desarrollo personal y como la Covid-19 cruzó de forma transversal cada uno de estos aspectos. En primer lugar y pese a las predicciones de la Facultad de Trabajo Social de Liubliana, solo pudimos tener una sesión presencial en los 4 meses que duró la estancia ERASMUS. Las clases fueron exclusivamente online, mediante videollamadas con los y las profesoras. Sin embargo eso no nos impidió el aprendizaje ni el conocer al resto de compañeros de la clase. De hecho, he de agradecer a los profesores, que fueron extremandamente comprensivos con la situación emocional y psicológica por la que estabamos pasando los y ls alumnas a la hora de mandar tarea, y plantear las actividades de cada una de las asignaturas. En primer lugar, la forma en la que mi movilidad tuvo imapacto a nivel académico y profesional. Durante mi estancia ERASMUS cursé seis asignaturas diferentes pero estrechamente relacionadas entre sí. Tuve la suerte de dar asignaturas más teóricas, como aquellas que explicaban la historia de los derechos humanos, las perspectivas de género, las desigualdades sociales, el racismo, etc.; y asignaturas más prácticas, cómo trabajo social con jóvenes, ética en trabajo social o cómo redactar artículos académicos en inglés enfocado a la investigación y publicación en el ámbito internacional. Todas estas asignaturas tuvieron un efecto en mi forma de analizar el mundo desde la perspectiv profesional. Por un lado, las asignaturas que incidían más en profundizar en los conocimientos teóricos, conocer la historia detrás de nuestra profesión y se conscientes de los prejuicios e ideas que pueden afectar a nuestra labor profesional, me ayudaron a ser más crítica conmigo misma y a pensar antes de actuar. Un ejemplo de ello sería la asignatura de la historia de los derechos humanos, cuya profesora centró las lecciones en el contexto de Eslovenia, parte de la antigua Yugoslavia y que fue víctima de grandes atrocidades a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. Comprender la realidad del país y de sus ciudadanos, su historia y la forma en la que se refleja en la actualidad me hizo reflexionar sobre aquello que nos repiten desde primero de carrera, la importancia del contexto. Al igual que en España no podemos olvidar los años de la guerra civil, la postguerra, el auge de la migración, la crisis económica... es importante conocer la historia del resto de países que nos rodean, ya que será vital para comprender los motivos de los usuarios con los que trabajemos bie sea a nivel individual, grupal o comunitario. Por otro lado las asignaturas más prácticas me permitieron experimentar lo que será en un futuro mi día a día como profesional. Mientras que en la asignatura de ética nos planteaban dilemas morales, supuestos a resolver y fomentaban la discusión entre los propios alumnos para llegar a lo que yo considero fueron conclusiones muy interesantes; en la asignatura de trabajo social con jóvenes tuvimos que analizar un caso en todas sus vertientes, analizando el contexto de la persona, su historia y sus circustancias personales, simulando que ya nos habíamos titulado y que debíamos intervenir con dicho jóven. Fueron sin duda experiencias que me hicieron crecer como profesional y como persona.

En general, creo que todos los profesores y profesoras supieron equilibrar a la perfección el aporte de conocimientos, su asimilación y puesta en práctica. Enseñar durante una pandemia y a través de una videollamada es una ardua tarea, y facilitó mucho el aprendizaje que los examenes se realizaran a partir de prácticas para poder aplicar lo aprendido. A través de estas prácticas y ensayos pude aprender e informarme sobre problemáticas que me interesaban, escribí sobre la ablación del clítoris, sobre las segunads generaciones de inmigrantes, intervención con menores... Considero que el hecho de tener a unos profesores que nos excuchaban y nos trataban como adultos y como los futuros profesionales que ibamos a ser fomentó mucho los debates, el apoyo entre alumnos y conversaciones y preguntas que de otro modo, se hubieran quedado en el tintero. Ya he mencionado que la pandemia afectó al formato de las clases y a su evaluación, sin embargo, considero también relevante destacar que debido a la COVID-19, muchos de nosotros no estabamos en nuestro mejor momento personal, estabamos en un país extranjero, asimilando un trauma colectivo y sin una rutina que nos permitiera sentir cierta normalidad. Considero que formarnos en un periodo de incertidumbre como este también afectó directamente a nuestro desarrollo académico y profesional. Como trabajadores sociales vamos a trabajar con personas, grupos y colectivos en situación o riesgo de vulnerabilidad social, la misma vulnerabilidad que nosotros sentíamos en ese momento. Por muy duro y traumático que supusiera formarse durante una pandemia, poder ponerse, aunque fuera por un instante, en los zapatos de esas personas que sienten esa incertidumbre y vulnerabilidad a diario nos abrió la mente, y nos permitió empatizar a un nivel más íntimo con ellas.

Con respecto al desarrollo personal, está profundamente ligado al desarrollo académico y profesional, en el sentido en el que, desde mi punto de vista, el trabajo social no es solo una profesión, sino una forma de vida, no es un trabajo que termine con el fin de la jornada laboral. Es por ello que todo lo mencionado anteriormente también podría aplicarlo a mi vida personal, la forma en la que concebir los grupos vulnerables y en riesgo de exclusión, la forma de reflexionar sobre prejuicios, la forma de analizar y tener presente el contexto, etc. todo ello se traslada también a las relaciones personales.

Sin embargo, no querría centrarme exclusivamente en mi faceta de trabajadora social para esta redacción, ya que a nivel personal, el ERASMUS me afecto en muchos otros sentidos. En primer lugar, tras cerca de un año viviendo confinada con mis padres en un pequeño pueblo a las afueras de Granada, volvía de nuevo a vivir sola, de forma independiente, tal y como lo hice en Dinamarca pero con el miedo añadido de que, si cogía el virus, si enfermaba, no tendría a nadie a mi lado para acompañarme. También se diferencia de mi estancia en Dinamarca en lo respective a las visitas, en mi primer ERASMUS tanto mi madre como mi pareja pudieron venir a verme, sin embargo, en esta ocasión debido a las restricciones, sabía que no vería a nadie de mis allegados en cuatro meses. A esos miedos se sumaban el no querer compartir habitación/piso con nadie ni querer salir mucho con gente por si me contagiaba.

Teniendo en cuenta todos estos miedos, puse rumbo a Eslovenia, y a nivel emocional y psicológico fue todo un reto. Por supuesto que hice amigos, aquellas compañeras de clase que tenían el mismo sentimiento de soledad que yo y con las que quedaba en múltiples ocasiones para pasear, comer, y acernos compañía mútua. Sin embargo, la mayor compañera que tuve en el ERASMUS fui yo misma, y considero que ese fue el mayor reto pero también mi mayor logro. Aprendí a disfrutar de estar sola, a cuidarme cuando me encontraba mal física y anímicamente, a dedicarme tiempo a mi, a descubrir nuevos hobbies y redescubrir los antiguos... aprendí a apreciar las pequeñas cosas. Disfrutaba de ir a hacer la compra, de cenar pizza los viernes viendo una película, de ir al mercado municipal, de tomarme un café sola en la plaza del ayuntamiento, aprendí a ver belleza en cada rincón.

Si bien es cierto que la facultad organizó varios viajes con el resto de alumnos de ERASMUS y que participé en excursiones grupales en la que pude conocer a más gente y disfrutar de la compañía mútua, algo que me gustaría destacar son las dos pequeñas aventuras que corrí en solitario. La primera de ellas fue al lago Bled, para ella tuve que coger dos trenes y un autobus, pasé el día allí paseando, escuchando música y también alquilé una barca para ir al centro del lago donde había una iglesia. La segunda de estas dos aventuras fue mi fin de semana en Venecia, viajé en autobus y dormí en un hostal barato que encontré por internet. Ambas experiencias fueron fantásticas, y me provocaron un gran vértigo, perderte en España es una cosa, pero perderte en un país extranjero, o en el país vecino al que resides sin conocer el idioma y sin nadie que conozcas provoca una sensación indescriptible y aún así que repetiría una y mil veces.

Menciono ambos viajes porque creo que muestran fielmente la forma en la que me afectó a nivel personal este ERASMUS, pasé de tener un miedo atroz a relacionarme con nadie a hacer dos viajes en solitario y moverme por el país como si fuera el mío propio. Aprendí a confiar en mi misma, a dejarme llevar y a atesorar cada pequeño momento que el mundo me regalaba.

Después de pasar el primer año de pandemia encerrada en casa y por mucho miedo que tuviera al principio de mi estancia, viví el ERASMUS como una experiencia sanadora, en una capital con una población similar a la de Granada, con espacios verdes, mucho campo y zonas abiertas a mi alrededor y el descanso de vivir en un sitio con menores restricciones. Me sentí libre de nuevo, cómo aquel pájaro que ha vivido siempre enjaulado y por primera vez le dejaban la puerta de la jaula abierta. Sentí que poco a poco me desarrollaba como persona a la par que aprendía de cada uno de mis profesores, que sentí como una familia puesto que al final, eran quienes me estaban acompañando de forma diaria en mi estancia, aunque fuera por videollamada. Si tuviera que describir como el ERASMUS me afecto en mi desarrollo personal, académico y profesional, la palabra sería crecimiento. Gané confianza a nivel personal y profesional, pude comprender mejor las realidades a las que me enfrentaré de ahora en adelante y además me di cuenta de que puedo conseguir aquello que me proponga. Libre, feliz y más madura, así terminé mi ERASMUS.

Cómo ya he ido mencionando los efectos de la COVID-19 en lo que fue mi día a día durante mi estancia ERASMUS, quiero dedicar la última sección de mi redacción a las implicaciones futuras que la pandemia puede tener en la movilidad internacional, y adelanto que para mi, estas son implicaciones en su mayoría, positivas.

Como persona que ha realizado dos estancias ERASMUS, antes y durante la pandemia, puedo decir que ambas fueron enriquecedoras desde puntos diferentes, si bien la pandemia supuso muchas limitaciones y restricciones, considero que no son de un tamaño tal como cancelar o decidir no realizar una estancia ERASMUS. Es por ello que considero que las implicaciones a futuro son positivas. En el sentido en que ahora estamos más preparados, la pandemia cogió de imprevisto a toda la comunidad educativa, pero ahora ha ganado experiencia. Las facultades de recepción ahora han podido desarrollar recursos que faciliten el aprendizaje tanto en las aulas como de forma remota, permitiendo que si alguien enferma o debe regresar a su país durante un tiempo por circunstancias personales, pueda mantenerse al día de las lecciones impartidas. Si bien la pandemia no es el escenario ideal para el aprendizaje, no supone la extinción del aprendizaje.

Como trabajadora social y como alumna, considero que de las situaciones de vulnerabilidad se debe aprender, facultades, alumnos, profesores... Toda la comunidad educativa puso de su parte para hacer la experiencia posible y como tal, considero que, de cara a futuro, todos esos aprendizajes van a utilizarse para que los alumnos y alumnas podamos aprender más y mejor, y tener una experiencia satisfactoria.